El polvo, las polillas y Clementine
Pasan tres minutos de las cuatro de la mañana, la aparición por sorpresa de este jodido dolor en mi lóbulo prefrontal ha encendido un par de bombillas de alerta. Volví a pensar en la muerte al notarlo, pero no como deseo, sino, más bien, como inconveniente a día de hoy; hacía tiempo que no pensaba en ella, ya me veis, con 23 y con nostalgia de las reflexiones sobre el fin de los calendarios personales.
En la muerte que imagino encuentro más descanso que torturas purgatorias, no sé si debe satisfacerme o me debe dar más miedo, porque realmente no me preocupa la misma, yo qué sé, realmente no me importa...
Diez minutos antes, a las tres y cincuenta y tres, la guadaña se posó en mi cama con un par de malos recuerdos, inducidos por mi estupidez al no dejar el pasado en su sitio, que debe ser coger polvo y apolillarse (cumpliendo su papel, hostia).
Cuatro y veinticinco, el dolor de cabeza se ha ido a Jamaica a luchar contra el apartheid, (joder, pero la guadaña sigue ahí, al pie de mi cama ya deshecha, hoy no podré dormir a pierna suelta, vaya putada, debo descansar para viajar a Barcelona y esta mierda cortándome las uñas de los pies si me descuido, con lo que las necesito actualmente, para clavarlas al suelo y vivir este puto presente en el que soy feliz, aunque duerma con guadañas, mientras “La Muerte” descarga, en el ordenador que está a mi derecha, “Paris Je t´aime” del emule).
Bueno, buenas noches, chicos. (I´m feeling good)
Nota: Los lóbulos prefrontales son el sustrato anatómico para las funciones ejecutivas. Las funciones ejecutivas son aquellas que nos permiten dirigir nuestra conducta hacia un FIN y comprenden la atención, planificación, secuenciación y reorientación sobre nuestros actos.