Acuéstate, cierra los ojos,

en breves segundos vivirás los sueños de Angus

Los sueños de Angus Scrimm: octubre 2007

sábado, octubre 13, 2007

“Acabando por ahí”

  • Antes de ir allí, nunca me habría esperado ese diagnóstico; podría haberme imaginado varios, más o menos, esperanzadores. Incluso, por mi mente circulaba alguna posibilidad que me habría podido inquietar si se hubiese dado, ¡pero ese ni en la mayor de mis fantasías!


El médico especialista (me abstengo de nombrar su especialidad porque, básicamente, no la recuerdo) no tuvo el tacto necesario cuando me pidió que me sentase para decirme eso.


El doctor Fernández, con su barba de chivo, su mirada vehemente y su bata blanca sustentada humildemente en un par de manchas de café, me demostró una sumisa frialdad cuando, mirándome a los ojos, me dijo: “Señora, su oído se está muriendo”. Al escuchar esa frase, acaricié a mi oído derecho emocionada y entristecida, porque sabía, aún en mi juventud, que un oído nunca es lo suficientemente mayor para dejar con la conciencia tranquila este mundo de sonidos bellos.


Despedirse, sabiendo que nunca vas a volver a pronunciar un “hola” rutinario, es duro y, en mi opinión, hay que iniciar un proceso de costumbre lento y pesado, que no mucha gente está dispuesta a asumir.

Decir “adiós”, desconociendo los plazos de un oído con la pena de muerte insertada en sus múltiples huesecillos, es pesaroso, porque decirlo un día después de la pérdida supone un silencio inefectivo y, en cambio, decirlo antes de la fecha supone un recordatorio del que se puede prescindir, si se tiene buen corazón y no te gusta ocupar decibelios con malas noticias, cuando se pueden ocupar con el Requiem de Mozart, por ejemplo.