El polvo, las polillas y Clementine

Pasan tres minutos de las cuatro de la mañana, la aparición por sorpresa de este jodido dolor en mi lóbulo prefrontal ha encendido un par de bombillas de alerta. Volví a pensar en la muerte al notarlo, pero no como deseo, sino, más bien, como inconveniente a día de hoy; hacía tiempo que no pensaba en ella, ya me veis, con 23 y con nostalgia de las reflexiones sobre el fin de los calendarios personales.
En la muerte que imagino encuentro más descanso que torturas purgatorias, no sé si debe satisfacerme o me debe dar más miedo, porque realmente no me preocupa la misma, yo qué sé, realmente no me importa...

Diez minutos antes, a las tres y cincuenta y tres, la guadaña se posó en mi cama con un par de malos recuerdos, inducidos por mi estupidez al no dejar el pasado en su sitio, que debe ser coger polvo y apolillarse (cumpliendo su papel, hostia).

Cuatro y veinticinco, el dolor de cabeza se ha ido a Jamaica a luchar contra el apartheid, (joder, pero la guadaña sigue ahí, al pie de mi cama ya deshecha, hoy no podré dormir a pierna suelta, vaya putada, debo descansar para viajar a Barcelona y esta mierda cortándome las uñas de los pies si me descuido, con lo que las necesito actualmente, para clavarlas al suelo y vivir este puto presente en el que soy feliz, aunque duerma con guadañas, mientras “La Muerte” descarga, en el ordenador que está a mi derecha, “Paris Je t´aime” del emule).

Bueno, buenas noches, chicos. (I´m feeling good)

Nota: Los lóbulos prefrontales son el sustrato anatómico para las funciones ejecutivas. Las funciones ejecutivas son aquellas que nos permiten dirigir nuestra conducta hacia un FIN y comprenden la atención, planificación, secuenciación y reorientación sobre nuestros actos.

Before Sunrise / Antes del amanecer

Y aquí estoy ahora, miro al frente cuando los tenues rayos de sol despuntan por los entresijos de la ventana…, espero que pase algo...

Las paredes de esta habitación son leves signos desacompasados, enfrente de mí veo como un DO sostenido se cuela, golpea la puerta por todos sus vértices, hace un ruido espantoso, le exclamo indulgencia para con el que está acostumbrado a sufrir de amor.

Ni el desafine de un piano perdido en cualquiera trastero podría emular la intensidad y el pesar de esa nota que golpea en mi mandíbula, alejada de cualquier partitura canónica, tan alejada de los sonidos perfectos que encontré en Viena la primera semana de agosto.

A 2500 km, las notas llegan lo suficientemente distorsionadas como para que haya decidido darle al stop y renovar mis sentidos, ahora que estoy tan lejos de Viena, ahora que estoy tan lejos de ella.

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En este video que veis, podeis repasar mi vida entre el 1 y el 7 de agosto, paseando por el primer distrito de Viena gasté las suelas de mi zapato al mismo ritmo que Hawke y Delpy gastaron en esta historia de amor tan bien contada. También renove todas las ilusiones que algún día empezaron a brotar a finales de abril y ahora las noto como una pequeña losa que espero no me machaque demasiado en el presente.

Llegué enamorado a Viena, a día de hoy estoy más enamorado que nunca, mi corazón no me cabe en el pecho porque viví los 7 mejores días de mi vida al lado de lo que puede ser la mujer de la misma(como ya sentí esto otra vez sé relativizar mis palabras al éxtasis del momento).

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A ella le quiero decir una cosa: aún te siento en mi piel, por los cientos de abrazos y besos que nos dimos, no recuerdo que pasasen en Viena más de 10 minutos sin que nos diesemos calor en forma de cariño, como si intentasemos acumular nuestro amor para las épocas de hambruna emocional que ya hubo y que empieza haber ahora.

Desde los 2500 km que nos separan, sólo sé gritarte "te quiero y te espero, mi niña", pero noto que me estoy quedando afónico poco a poco, y tengo miedo...