Acuéstate, cierra los ojos,

en breves segundos vivirás los sueños de Angus

Los sueños de Angus Scrimm: El último momento del año

miércoles, diciembre 31, 2008

El último momento del año

Y acaba otro año más, 2008. Motivación o inspiración ¿qué es eso? Hace cuatro días quería escribir sobre las aristas afiladas del mundo que existe en mi cabeza, hoy ya no me apetece. Algo ocurre en Viena, mi vena literaria muere y yo le aplico el veneno cada día. ¿Contradicción?, ¿mentira?, ¿farsa?, ¿boom inmobiliario? No, sólo es que Ismael se alejó hace tiempo y ya no le alcanzo.

Os debo un resumen del año.

PD: Ismael soy yo ;-), lo digo para los despistados, un par seguro que me leen, Internet es mu’ grande.

El cambio, la pérdida de identidad, el desuso de ti mismo que desemboca en la quebranto de tu propio ser. ¿Tú o él? Yo, siempre yo, pero no por nuestro egocentrismo patológico, no seamos simples, sino, más bien, como resguardo de la esencia que nos diferencia, que nos aúpa en la masa entre otros millones de aupados. Eres la pulcritud vital cuando te pongo nombre y te distingo, cuando avanzas con el pulóver verde, ese que tanto me gusta, sobre un campo de azucenas en pleno quemado.

Yo sólo apuesto por la singularidad, o bien gusanos entre hojarasca otoñal, o flores en nuestro nicho desocupado. Si eres como todos, escupe fuego y aléjate de mis pasos.

He leído en un periódico que hoy tenemos que añadir un segundo vital a nuestro orden y repaso del 2008, por no se que ajuste atómico, el último minuto del año tendrá 61 segundos. Justo en las campanadas ocurrirá un fenómeno curioso que me llama la atención, ya que en principio, la intranscendencia puede transmutarse en cardinal si las piezas encajan. Un segundo más a nuestra vida. Un segundo más que aprovechar u otro para seguir perdiendo el tiempo. Un segundo que avanza sobre una actividad, ora la empieza, ora la concluye.

Un segundo que supone una oportunidad para gastar tres calorías abriendo la boca y reír un chiste malo. Un segundo es suficiente para empuñar la pistola de tu abuelo y dirigir la última bala de 1945 a tu sien. Sólo necesito un segundo para un último beso y tú sólo necesitas medio para rechazarlo o corresponderlo. En un segundo cae una copa de Sekt al suelo para que la pise él, graciosamente descalzo.

Segundo 61, un ataque al corazón en Jaggerstrasse, un muerto de risa al lado y una monja a tres yardas prueba la carne del cura, “buen choto navideño”, piensa ella mientras sonríe. En el mismo segundo, el 61, el aditivo del 2008, pero a tres mil kilómetros al este, en un país en vías de desarrollo, encontramos un descampado oscuro y helado. Nadie a su alrededor, nadie dentro. Dentro de la nada sólo vemos un balón Mikasa de hace 10 años, un par de bidones oxidados, tres coches desguazados y un árbol con 900 hojas esparcidas por el suelo, parcialmente ocultadas por la nieve. La hoja 901 se despega de todo su recorrido vital gracias a una ráfaga de aire siberiano. La última del otoño, el invierno definitivamente ha comenzado.

Feliz año