Acuéstate, cierra los ojos,

en breves segundos vivirás los sueños de Angus

Los sueños de Angus Scrimm: julio 2008

sábado, julio 26, 2008

Dos pelusillas entre los dedos

El primer día que amaneces sin vida, para muchos que no te conocen, puede resultar un día más, sin importancia, demasiado apático, sí, demasiado triste, también. Duermes más de la cuenta, faltas al trabajo, llamas en una mentira triste para decir que estás enfermo, todo solucionado, el día sigue ya que te tumbas en la cama y sigues durmiendo, o dormitando o dejando que las horas pasen adquiriendo peso según transcurren.

El tiempo transcurre, no evoluciona. Es una línea recta sin curvas emocionantes, sin carreras al infinito, sin novias con las que pierdes el sentido, ni sentidos qué hacen de esta curva algo por lo que dé gusto girar, torcer y dar la vuelta.

Dar la vuelta es inalcanzable si estás hundido de pies para arriba, sin olvidar el centro. El núcleo lo es todo, la bisectriz de la soledad engarza versos de un poema inacabado, donde ruedas y giras sobre un bucle que se distorsiona a tu paso, para retomar el orden cuando continúas en dirección al vacío. A mitad de camino, el bucle se transforma en una espiral jubilosa de triunfo, ya que caes y tu grito se expande a la vez que se pierde. Chillidos de terror te despiertan a las cinco de la tarde, vuelves a amanecer sin vida, ya has perdido el sentido de la orientación, porque se acerca la noche o el día o las madrugadas y la tarde en la que vives se apaga de nuevo, lo hace cuando vuelves a dejar caer los párpados para amortiguar el dolor por seguir contemplando la cama, la habitación y los dolientes rayos de luz que se apagan a través de las persianas.

jueves, julio 17, 2008

Entrada número 96, 28 borradores y un lápiz

No sé sobre qué escribir, en esta entrada quería hablar de mí y de mi vida sin adornos prosaicos, como si un mail a una amiga escribiese, pero me he dado cuenta de que me avergüenza hacerlo, que ya no estoy en esa fase, que prefiero ser frío y duro, aunque la coraza pese, protege ahora que hace calor en Viena.
No por estas razones estoy triste, más bien, estoy triste porque soy demasiado sensible a esta vida para vivir feliz en ella. Sean cuales sean las circunstancias, reconozco en mí un romántico del siglo XIX que vive en el XXI pero que, a diferencia de mis precursores, no dirijo mi camino a una muerte voluntaria, porque percibo su desgaste sin necesidad de que me manche las manos. Trabajo fácil, verdad, sin embargo inevitable y pesaroso.

Esta vida condena al que juega con ella, al que la reta a vivir por encima de las expectativas .A quien usa tretas y bordea el camino le hace creer que gana para vencerle en el momento que menos se lo espere. Esta vida es un martirio, seamos sinceros, lo es si no tumbas al rey en el momento perfecto y reconoces que estás perdiendo.