Acuéstate, cierra los ojos,

en breves segundos vivirás los sueños de Angus

Los sueños de Angus Scrimm: noviembre 2006

lunes, noviembre 27, 2006

Ahora mismo (sentido entre el 23 y 24 de este mes)

Ahora mismo, aquí, en esta sala de espera, esta furia me parece horrible mientras esté dentro de mis músculos relajados, sé que necesito aire nuevo porque aquí todo el aire me parece viejo, caduco, detenido en un bote de formol. Os debo reconocer que lo que más detesto es que este jodido aire me ahoga en la sumisión, y yo de sumiso ando corto, como de paciencia, como de control en mi mismo cuando la cólera se palpa sobre mi ropa. ¡Cómo necesito de un espíritu liberador que me libere de mi mismo!, que me agarrre fuerte de mis manos débiles, que se acerque sigilosamente abrazándose a uno de mis brazos sacándome rápido de aquí , sin pérdida de tiempo que oprima mi libertad.

Ahora mismo estoy extremadamente frustrado por mi incapacidad, desearía salir de esta habitación, volar sobre ustedes y llegar al espacio para coger a la Tierra entre mis manos, para después aplastarla como un pedazito de arcilla, dejarla sin forma, querría darle el aspecto que provoque el clima que me haga dejar este paragüas, símbolo usado como coraza emocional, entre la Vía Láctea y Orion, ¡maldita conciencia autodestructiva!, ya os estaréis haciendo una idea, a estas alturas, de lo que es vivir agotado en una continua ceremonia de iniciación a la vida.

Ahora mismo necesito una regeneración que me convierta, otra vez, en el recuerdo de mi pasado, necesito ser otro, necesito ser yo mismo, necesito vivir en esta contradicción para poder contradecir a aquellos que aseguran una infelicidad en mi futuro.

Ahora mismo, sólo pienso en el ahora mismo, ¡joder!, ni antes ni después, sólo el ahora mismo, ¿carpe diem, no?, demasiado básico, no me llena..., desearía poder pensar en el mañana, pero el ahora mismo no me permite ni soñar con tiempos mejores,

  • donde yo sonreiría contemplando a dos gaviotas que se cuentan sus cosas, mientras descansan, subidas a lo alto de un campanario de una iglesia concreta, sin nombre, en Foz.
  • lunes, noviembre 13, 2006

    La lágrima que no vi salir de un ojo

    Permanezco acostado, mirando al techo, mi piel está cubierta de sudor, mi pulso está tremendamente acelerado, pienso en las “cosas”, creo que estoy pensando mucho y me doy cuenta de que no puedo dejar de hacerlo. El disco “Long Distance” de Ivy hace tiempo que dejó de sonar.

    Dos horas antes me levanté de la cama dejándola a ella sola, aún sentada y vestida, me acerqué a la mini-cadena, y destacando varios aspectos, entre seducciones, más o menos, evidentes, le dije que este disco lo tenía desde hace poco tiempo, pero también le comenté que me gustaba mucho su ritmo sensual, y que estaba seguro de que a ella también le iba a gustar. Cuando comenzaron a sonar los primeros acordes de la canción que abría el disco, me reconoció entusiasmada que le encantaban, del resto de acordes no me contó nada, ya que no se acordaba.
    Estoy despierto, son las seis de la mañana, en esta ocasión al despertador lo mantuve, toda la noche, completamente apagado, ¿para qué sirve un despertador que no despierta a nadie?, para nada.
    También, para diferenciar las noches, en esta ocasión, no estoy solo, estoy acompañado por ella, esa chica de la que no recuerdo el nombre, esa chica que gime acompasadamente sonidos incoherentes, pero que no se le ocurrió gemir, como recordatorio, su nombre para aliviar la incomodidad que siento, que padezco y que empiezo a sufrir, “¿cómo se llama?” pienso repetidas veces, “en alguna de las cuatro horas que hace que nos conocemos he escuchado su nombre, sé que en mi cerebro está ese nombre, pero no lo recuerdo” sigo pensando.
    Desnudos, en aquella cama que es mía desde hace doce días(y suya desde hace dos horas) empiezo a notar el vacío de la superficie vital, y la superficie está gélida…, la noto extremadamente fría, no sé si lo siento así por mi inconformidad ante el sexo desprovisto de amor, o simplemente lo siento así porque es, básicamente, así.
    No es la primera vez, lo reconozco, ya caí en este pozo antes, pero prefiero pensar que lo precedente tenía una cierta justificación, no conocía el amor, no reconocía la felicidad del tiempo invertido en conocer a una persona y amarla, no conocía tanto a las mujeres, no sabía lo que sufrían a veces por cosas como estas, no sabía nada porque toda la empatía la guardaba en un cajón lleno de calcetines que no me ponía.
    Son las siete de la mañana, permanezco despierto recibiendo caricias, besos y abrazos de alguien que no tiene nombre, y para ser sincero, yo sólo quiero que pare… porque reconozco en sus ojos que no es una chica de una noche, que esto es una excepción en su vida, quiero que deje las caricias, los besos y los abrazos porque con cada uno de ellos me molestará más, en el futuro, decirle algo que, en menos de dos horas, voy a decirle, que no quiero volver a verla, ya que no recuerdo su nombre, ni quiero recordarlo.

    Dos horas más tarde…

    Cuando se lo digo escucho un grito interior, la noto decepcionada, intenta decir algo, pero en su garganta encuentra un obstáculo, veo una lágrima que aún no ha salido de un ojo, me levanto, me visto, no puedo con esto, no lo voy a volver a hacer, no me creo, abro la puerta, me voy.