Acuéstate, cierra los ojos,

en breves segundos vivirás los sueños de Angus

Los sueños de Angus Scrimm: octubre 2006

jueves, octubre 26, 2006

En el interior de mi despertador interno

¿Recuerdas, niña?, cuando sobre el firmamento sólo veías estrellas de papel, ¿recuerdas que brillaban sobre la lámpara, bajo el techo, sobre ti, sobre él? Si lo recuerdas, comienza el vínculo…

4:30 de la madrugada del 26 de octubre del 2005, noto el zumbido y el temblor inquietante de mi despertador interno. Me despierto mirando al reloj de pared, descubriendo en él la importancia de una buena cura de insomnio. Rectifico mi posición en esa cama, desconocida para mí hasta hace sólo tres días, adquiero una extraña posición fetal que consigue enriquecer mis reflexiones.
¿En qué pienso? Pienso en el dolor de cabeza impropio de mis desvelos, sufro solo. Pienso en la soledad de una habitación vacía. Pienso en el color ocre del planeta Venus.
En esa habitación vivo, pero no respiro, nadie me conoce, porque distinguen la inaccesibilidad de los temblores y zumbidos de mi despertador interno.
Reviso sin luz mi cuarto, veo que la persiana está bajada (debería subirla para que entre algo de luz, artificial aunque sea) la ventana está cerrada (debería abrirla para que entre algo de aire fresco, la no corriente de mi habitación es demasiado densa) la puerta está cerrada (debería abrirla, ya que así podría salir y entrar cuando quisiera), las portezuelas de los armarios están cerradas (debería abrirlas, necesito algo de ropa para vestirme y salir) los cajones del escritorio están cerrados(debería abrirlos, tengo un cuaderno, tengo un bolígrafo, tengo que escribir).
Miro al techo, no veo nada que llame mi atención, cierro los ojos, me quedo parado, no duermo, sólo respiro.


4:30 de la mañana, 26 de octubre del 2006, noto el zumbido y el temblor inquietante de mi despertador interno, miro al techo, cierro los ojos, sueño despierto, abro los ojos, veo el color ocre de Venus, cierro los ojos, respiro, duermo. Adiós.

lunes, octubre 16, 2006

El sonido que provoca un líquido mío cuando impacta con un elemento sólido

Comienza el vínculo…

¿Sabéis dónde había guardado mis últimas palabras? Creo recordar algo que empieza por el silencio forzado y termina en el mutismo voluntario de mi inconsciencia no domesticada. En mis memorias nostálgicas debo rescatar un sinfín de nudos que trenzan esta historia, veo algo parecido al principio de un camino lóbrego, en dónde mi presencia sólo escuchaba tristes palabras melancólicas, que eran narradas, entre susurros, por los dioses del advenimiento, durante el paseo de un caminante callado.

Dos semanas más tarde tropecé en el día más conocido por todos como hoy, el ayer no estaba de acuerdo en lo aconsejable de su presencia, y por eso no vino a verme.

Escuché el primer sonido esta tarde, poco antes yo permanecía inserto bajo mis reflexiones dadas a la cotidianeidad, eran tan pesadas como los escarpines de esparto que calzaba. Atlas, un viejo amigo en mi cuerpo joven, se compadecía de mí. Llegado el momento de cuestionar lo incuestionable, me preguntó en silencio el por qué de los escarpines de esparto, yo le respondí mudo mi contradicción. Al final me despedí de él con un leve gesto realizado con mi cabeza, mientras se iba soñando con cosechas mejores.

Recuerdo a la perfección el instante justo de mi adiós al silencio, cuando ya por fin deseé hablar con palabras usadas. Ciento veinte palabras son suficientes para narrar este hecho, comienzo por la hora en que todo sucedió…

A eso de las ocho de esta tarde, caminaba en una única dirección conocida, esa trayectoria me llevaba al destino que más apreciaba y necesitaba en ese momento, el baño. Allí me planteé por primera vez en mi corta vida la importancia de la intensidad de la luz, llegando a una única conclusión certera, mi preferencia por la luz apellidada “intensa” sin menoscabar la utilidad de la luz tenue.

Ante tamaña reflexión no recogí en mi camino suficiente concentración para realizar la función vital que me había llevado al lavabo, descubriendo en la tapa del water una extraña enemiga de clausura al orín que salía de mi micción incontrolada. Suspiré una blasfemia rompiendo el silencio que me había llevado dos semanas tapiar…

Post Scriptum: Sí, sucedió, para aquel que se lo pregunte. No me di cuenta de que la tapa del water estaba bajada cuando comencé a mear, es lo que pasa cuando uno está pensando en demasiadas cosas a la vez.

Un saludo!!!!

domingo, octubre 01, 2006

Pacto de silencio

Hoy estoy terriblemente asustado, ya que sé reconocer los días que ni el silencio les sirve para no escucharla constantemente.

Hoy, ahora, me estoy preparando para soportar varias semanas de silencio forzado, forzado porque la situación se está alargando demasiado, a ambos nos está haciendo daño mi falta de control, espero que el silencio no me fuerce a olvidarla, si lo hiciese, me avergonzaría terriblemente de mi vida, y desearía que la muerte me acompañase pronto.

Ayer estaba hablando con un amigo por el messenger, le comenté que llevaba varios meses agonizante y reconocí que el pacto de silencio era la única fórmula no usada hasta ahora, y era la única que tenía en mis manos, supe decirle que lo debía usar para no arrastrarla a ella en mi agonía, algo que no soportaría. Aunque me arriesgo a dos cosas, soy consciente: me arriesgo a agonizar solo y me arriesgo a morir bajo mi soledad.

No sé qué me pasa(más bien sí lo sé, pero no lo comprendo), ando por el mundo cabizbajo y pensativo, siempre al filo de acantilados moribundos, hay días que en las palabras sólo encuentro el sustento que me obliga a permanecer callado. La teoría sobre la deseperación en el más valiente está adquiendo ya tintes dramáticos. Vuelvo a ser consciente de estar viviendo sobre las páginas en blanco que dividen los capítulos en las mejores novelas del romanticismo alemán. Por si fuera poco, las tragedias griegas limitan su drama para escuchar mis llantos.

Acabo de encontrar a Perséfone en mi camino rutinario... en días como hoy sólo deseo pronunciar su nombre en voz alta, ¡deseo gritar esas nueve letras!, para aliviar el sufrimiento,para callar para siempre, pero no debo hacerlo, firmé el pacto de silencio y debo asumirlo.
¿Os puedo hacer una confidencia? La expectativa del silencio provoca un ruido insoportable en mi vida, es así, y no puedo evitarlo. Aunque el dolor que sufro por ese ruido sólo es comparable con el dolor que sufro ante la duda constante que vivo, si mecido por el silencio me dormiré en mi egoísmo dejando en el pasado mi capacidad de hablar.

Sea lo que sea, contemplo en mi soledad, diariamente, que el mecanismo para que el amor no duela no existe, ni soporta que en el silencio sólo escuche tristes palabras melancólicas, que narran los dioses del advenimiento ante el paseo de un caminante callado.


Post Scriptum: Durante las proximas tres semanas voy a desaparecer de este blog, si el 22 de octubre no vuelvo, compadeceos de mi alma injusta. Sólo voy a escribir aquí cuando el pacto de silencio esté en la basura.

(Suspiro)