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Los sueños de Angus Scrimm: febrero 2009

miércoles, febrero 04, 2009

Aprendiendo un idioma: "Monsterland"

Te voy a dar una exclusiva, existe “El país de los monstruos”, más conocido como “Monsterland”. Hace un par de siglos fue colonizado, con gran tesón y esfuerzo, por una tribu llamada “los Monstruos emprendedores”, librando una lucha feroz, durante seis años y tres días, con lo consuetudinario, de la que resultaron felices vencedores.

Sé esto porque estuve allí hace un tiempo bajo actividades turísticas. Es un sitio bello y diminuto, perdido entre las montañas, el océano y el más vasto de los desiertos. Los lugareños y visitantes admiran su prototipo de beldad como si sólo hubiese sido este inventado, es admirable e indescriptible. Único e imperecedero.

Los viejos del lugar me comentaron que, a lo largo de su propia historia, las princesas de la zona fueron vapuleadas y marginadas por partes iguales. En el territorio Monster no encontraban marido ni pagando, puesto que ningún monster era capaz de valorar su hermosura. Se sentían solas, humilladas, vacías e inservibles. Estaban condenadas a la soledad infinita, a la infelicidad perenne.

Ellas, como es lógico, cuando se enamoraban de algún monstruo (suceso que ocurría con cierta frecuencia), siempre fueron no correspondidas. Como mucho, los inconscientes monstruos las usaban un par de noches, les daban esperanzas, dos polvos y un hasta luego. A día de hoy, no se conoce caso de algún monstruo que se hubiera enamorado de ellas.

Esta situación amargaba sobremanera a las princesas, se rasgaban las vestiduras y lloraban sin parar día y noche al canto de los lobos. Para evitar la tristeza, las princesas escogieron dos caminos:

- Algunas tuvieron que emigrar a tierras más propicias para el amor.

- Otras mutaron genéticamente su sentido del gusto gracias a pociones mágicas de morfología oculta. Los trastornos físicos valían la pena, ya que consiguieron evitar volver a enamorarse de los bellos monstruos de Monsterland.

Con el transcurrir del tiempo, llegó la globalización. El mundo giraba más rápido que nunca. Nuestras sociedades se transformaron con la ingeniería civil más compleja que jamás hubiera existido. Los monstruos, por su vigor, valentía y espíritu aventurero, decidieron ver mundo y, con el afán de experimentar, abandonaron su patria querida para aposentarse en distintos puntos del planeta.

Por ser minoría, los monstruos se encontraron con el mismo problema que otrora las princesitas. Buscando el calor, se enamoraban de bellas princesas que nunca les correspondían. Perdían la cabeza hasta volverse locos, la vida no tenía sentido para ellos y la muerte auguraba únicos caminos. Los estúpidos monstruitos no se dieron cuenta de dos asuntos:

- No hay ser más bello en el planeta que el que tiene la capacidad para amar el inmenso, sincero y bienaventurado amor que profesa un corazón roto.

- Producto de la mutación genética autoimpuesta, las princesas son incapaces de amar a los monstruos. Nunca serán capaces de amarles, tampoco en el futuro, y esto es algo de lo que deben darse cuenta los bellos monstruitos para poder salir adelante y buscar en otros “descosíos” a bellas, geniales y maravillosas monstruitas. Las hay y a puñados. Lo juro.