Tropiezo en el camino
Justo antes de pasar, sobre las 3:25, yo rumiaba excusas creíbles que darle al Taxifahrer eslovaco que nos llevaba de madrugada a casa, que si no sabíamos que fuese tan caro, que lo del barril del petróleo está poniéndose por las nubes, que le comprendo, pero no se enfade, hombre, tampoco pierde tanto, le damos 15 euros y usted nos pide 20, sí, sí, ya sé que teníamos que haberle preguntado, pero no se nos ocurrió, eran las 3 de la mañana y sólo queríamos salir de esa zona vienesa alejada de la mano de Dios en la que habíamos despedido a la polaca de las canas prematuras.
El semáforo estaba en verde, mientras, yo no sabía dónde carajo estaba el taxímetro en estos taxis austriacos conducidos por eslovacos. Yo lo buscaba para prever el desfase económico. Pese a que yo estaba en el asiento del copiloto parecía que estaba alejado de cualquier vista. Ya aburrido por la infructuosa pesquisa, decidí mirar al frente y relajarme, escuchaba la conversación animada de las chicas detrás y pensaba en el devenir. Como el semáforo seguía en verde y no había casi nada de tráfico, el eslovaco decidió acelerar un poco, a no más de 45, no era imprudente, el semáforo estaba en verde.
En ese instante le di un consejo a la señora que tenía enfrente de mí, tal que así: “si eres una alcohólica de 40 años, borracha como una cuba, con el pelo corto y despeinado, y vives en la calle o por lo menos parece que vivas en la calle, y vistes ropas esperpénticas de colores que te abrigan, y caminas por NussDorfer Strasse a eso de las 3:26 de la mañana, y cruzas por un paso de peatones poco iluminado en una avenida rápida, y no te das cuenta de que el semáforo está en verde para los coches, no para ti, y no miras a los lados porque crees que el mundo es verde y tuyo, que es una inmensa cogorza de tres pares, y además andas despacio por ese paso de peatones, sin prisa, el mundo a sus pies, señora, y después escuchas un frenazo seco, potente y tardío de un taxi conducido por un eslovaco que transporta morosos en potencia, y no escuchas los gritos secos procedentes del taxi, por favor, señora, en ese justo momento vuele, vuele alto, agite los brazos y confúndase con una golondrina, o con una paloma cagadora pero digna y viva, sana y salva, por favor, escape de su mierda de futuro que yo vi ayer, cuando una mujer de sus características destrozo la luna delantera del taxi en el que iba con mi novia y una amiga, quedando tendida en el suelo en estado semiinconsciente, encogiéndonos el corazón durante muchos minutos y un par de segundos, hasta que usted dio muestras de que todo fue un mal susto con consecuencias vitales.
Y gracias por cierto, al cambiar de taxi en mitad del trayecto nos llegó el dinero y gracias a usted no tuvimos que estafar a un pobre eslovaco.
Los tropiezos de la vida, la vida que da sustos. De cuando en cuando, por suerte. La suerte de los sustos.
pd.- ¿todo bien? lo espero :) un abrazo.
Increíble!! ha sido como estar dentro de ese taxi... que susto! ^^ un placer haberte hecho una visita, veo que nunca empeoras, siempre eres más bueno y eso que creía que no podrías ser mejor xD
Un beso ;)
http://divago-divagando.blogspot.com/
Lo he retomado... a ver si sigo con él, espero tu visita... :)
Uno piensa que a veces tiene un ángel de la guarda etílica y es, en situaciones como esta, que viene a salvarlo.
Muy bueno el post.
SALUDOS