Rotación En Impulso

Cuando eres adulto y el miedo hace acto de presencia, ya no sirven las estrategias infantiles, esas en las que te creías el niño más listo del mundo por creer que, escondiéndote debajo de la mesa o tapándote con un edredón espeso, podrías evitar que todas las fuerzas del mal, representadas en el hombre del saco y en la mala disciplina, pudieran acercarse a ti y hacerte daño.

Cuando eres adulto y el miedo se acerca para acariciarte la espalda suavemente, con sus manos de seductor, tan chulapo como seguro de sí mismo, ya no sirven las estrategias evasivas de capuchón negro y maquillaje camaleónico, esas que funcionaron tan bien en tu adolescencia.

Cuando eres adulto y tienes miedo, y sientes que no existe más opción que asumir las nuevas condiciones como preso de lo común, ya no sirve eso de canalizar con una mirada irónica las frustraciones de una mirada realista; ya no funciona eso que te sirvió a la perfección, cuando creías que tu inteligencia superaba todas las adversidades.

Cuando eres adulto y sólo ves miedo, y sólo puedes gritar acciones y reacciones salpicadas de niveles relativos de locura y de pérdida de control, y cuando te entra el pánico desesperado al saber que sólo tienes una salida indigna, porque desde hace muchos meses no encuentras mesas en las que esconderte, ni edredones mullidos con los que taparte, ni poses en las que cobijarte, ni sarcasmos con los que echar una sonrisa falsa, ya no sirve eso de mirar a otro lado, escondiéndote en tu ojos desordenados de enfermo aquejado de estrabismo.

Cuando eres adulto y tienes mucho miedo desde hace demasiado tiempo, sólo puedes hacer una cosa, pedir ayuda y dejarte ayudar.

PS: Dedicado a alguien al que no va a llegar esta dedicatoria. Se lo dedico a todos los reyes que se creen falsamente destronados en Barcelona y en el resto del mundo, porque compartimos miedo, empatía y esperanza, sentados en nuestro trono, últimamente, menos cómodo de lo habitual.